No sé si alguna vez han visto hacer esas burbujas tan
grandes que los niños persiguen. Es impresionante como algo tan simple pueda
traer tanta felicidad a tantas personas. Esto no es sólo para los niños. He
visto a jóvenes y adultos reírse y divertirse haciendo burbujas y tratándolas
de coger.
Pero………esa felicidad
que proviene del hacer burbujas no dura mucho tiempo. En el momento en que se
desvanecen, que se rompe, se termina la felicidad.
Creo que esto se parece mucho a la manera en que muchas
personas viven su vida hoy. Muchos van persiguiendo la felicidad, pero como las
burbujas, la felicidad se desvanece, somos felices durante un tiempo, pero sin
darnos cuenta al doblar la esquina otra vez estamos insatisfechos. O, cuando
creemos que la hemos obtenido, nuestra burbuja explota.
Dios sabía que las personas buscaríamos la felicidad en lugares inadecuados, y que nos
sería muy difícil encontrarla por eso nos dejó la receta para ser
verdaderamente felices.
En el libro de Apocalipsis, Juan el último apóstol que sobrevivió, siendo ya un
hombre de edad, en exilio en la pequeña isla de Patmos, localizada en el Mar
Egeo al suroeste de Éfeso, y en la que se encontraba retenido por las
autoridades romanas debido a su predicación fiel del evangelio. Mientras estaba
en Patmos, Juan recibió una serie de visiones que establecieron la historia
futura del mundo, y entre ella la solución para encontrar la verdadera
felicidad.
“Bienaventurado, (dichosos, felices), el que lee, y los que oyen las palabras de
esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está
cerca”. Apocalipsis 1:3.
¿Por qué es dichoso y feliz el que lee?
Cuando el apóstol
Juan escribe esto, él está teniendo en cuanta a los hermanos de ese tiempo, y
dentro de sí, el pensamiento judío. Cuando los judíos se reunían en las
sinagogas para escuchar las Escrituras, solamente había una persona elegida para
darle lectura a ellas, de entre tantos
que se reunían, sólo uno era privilegiado de tener en sus manos las Escrituras,
de tener en sus manos la palabra de Dios y poder leerla. Esta persona se sentía
dichosa de poder ser ella quien transmitiera las palabras de Dios, se sentía
feliz por ser quien diera lectura a las Escrituras, cosa que no cualquiera
podía hacerlo. Es por esto que el apóstol Juan escribe “Bienaventurado el que
lee”, ahora ya no es una solo persona la que puede leer la palabra de Dios, sino
cada cristiano puede hacerlo.
La pregunta es: ¿estamos
siendo bienaventurados? En otras
palabras ¿estamos leyendo las Sagradas Escrituras? Los primeros cristianos no contaron con la
bendición tan grande que usted y yo contamos, la de tener en nuestras manos la
Biblia, algo que ellos no tenían a su alcance, ellos no tenían el privilegio
que tenemos hoy en día de tomar nuestra Biblia a la hora que quisieran como
usted y yo, lo triste de ello es que aunque la tenemos a nuestro alcance no
siempre la tomamos para estudiarla, eso si llega el Domingo y la sacamos a
pasear, o el día del estudio bíblico, pero ¿la utilizamos todos los días para
estudiarla? A veces no todas las que deberíamos.
¿Queremos recibir
esta bienaventuranza? Estudie la palabra de Dios, recuerde que por la palabra
de Dios crecemos espiritualmente, así si queremos ser felices, dichosos,
leamos, estudiemos y guardemos lo que la Palabra de Dios dice. Porque el tiempo
de su venida está cerca.
Recuerde... ¿quiere ser bienaventurado? ¡Estudie la Biblia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario