Seguro que más de una vez te han ofrecido o has visto vender
en la calle ropa, perfumen, zapatillas
deportivas, relojes y una infinidad de productos a muy bajo precio. Aunque
aparentemente parecen originales, es fácil deducir que todos estos objetos son
falsificaciones de los originales. Son simples “imitaciones”, copias baratas
del original, que no tienen ningún valor.
Pero no solamente en el mundo de la moda hay
falsificaciones, también en el mundo espiritual. Circulan por ahí “supuestos
pastores” que están enseñando un evangelio adulterado, falso, sin ninguna base
Bíblica. Algunos enseñan un evangelio de
milagros, otros un evangelio de
prosperidad, o un evangelio social. Más
aún; otros piensan en un evangelio de alimentos, de sanación o de “fe. Y por supuesto hay algunos quienes
simplemente piensan en un evangelio musical.
Muchos se pueden preguntar, ¿entonces cuál es el verdadero Evangelio?
Echemos un vistazo a lo que dice las Sagradas Escritura:
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1
Corintios 15:1-4).
La Biblia enseña que Dios y los seres humanos pecaminosos
pueden reconciliarse a través del pago que hizo Jesús por nuestros pecados en
la cruz y su victoria sobre la muerte. Estas son las Buenas Nuevas las auténticas,
las que habla la Biblia.
El apóstol Pablo vio a un competidor de este evangelio de la
gracia. Lo llamó “un evangelio diferente”. Se veía real, pero era una
falsificación. Me maravillo que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó
por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. (Gálatas 1:6).
Algunos estaban predicando "un evangelio
diferente", enseñaban que para que los gentiles fueran salvos debían
cumplir con las leyes y costumbres judías, especialmente el rito de la
circuncisión. La fe en Cristo no era suficiente. Este mensaje dañó la verdad de
las buenas nuevas de que la salvación es un regalo, no una recompensa por
ciertas obras. Cristo Jesús permitió que estuviera disponible para todas las
personas, no sólo para los judíos. El auténtico evangelio de la gracia descansa
en lo que Jesús hizo por nosotros, no en lo que podemos hacer por nosotros
mismos.
No aceptes ninguna falsificación.
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