Esta semana he visitado en el hospital a un antiguo amigo que está
bastante enfermo. Cuál fue mi sorpresa al escuchar las palabras que me decía:
Dicen que la vida, antes o después, pone a cada uno en su lugar, así que, si
haces cosas malas durante la vida, probablemente antes o después la vida sea
mala contigo. Si siempre estamos haciendo daño o perjudicamos a los que nos
rodean, el día que les necesitemos no harán nada por ayudarnos, y si llevamos
una mala vida, pues terminaremos mal. De alguna manera me estaban diciendo que
estaba cosechando lo que años atrás había sembrado.
Muchas personas hemos vivido sin importarnos las
consecuencias de nuestros actos. Muchos hemos hecho cosas a sabiendas de que nos
traerían consecuencias negativas en nuestras vidas. Los que fuman, beben o
consumen droga saben que estas prácticas son nocivas para su salud, más sin
embargo no les importa, piensan que no van a ser perjudicarles para su salud.
Igualmente pasa en nuestro andar diario, en nuestro trabajo, en nuestra
comunidad, si nosotros sembramos, alegría, compañerismo, amor, compresión,
todas estas acciones traerán beneficios a nuestras vidas y a nuestro entorno, y
las personas de nuestro alrededor nos reconocerán nuestra generosidad. Pero también
vemos personas conflictivas, problemáticas, desordenadas que reciben lo que
ellos mismos generan, poca estima, problemas y señalamiento de su entorno
Toda decisión tiene consecuencias. Si tomamos decisiones
sabias, honestas y honradas, podemos esperar resultados buenos y productivos
para nuestra vida. Pero si nuestras decisiones son precipitadas o pecaminosas,
podemos anticipar consecuencias negativas. En general el fruto, bueno o malo,
no es evidente de inmediato, pero un día seremos recompensados por haber tomado
decisiones buenas, o por el contrario segaremos las consecuencias de nuestra malas
decisiones.
Pablo revela una verdad acerca de esta vida en general y
específicamente acerca de la vida cristiana, verdad que debemos entender si
deseamos tener éxito en la vida. Esta verdad es simplemente que las elecciones
que tomamos en el presente tienen consecuencia en resultados futuros. [1]
Pablo ilustra esto con una enseñanza agrícola debido a la
claridad de este ejemplo. El tipo, calidad y volumen de tu cosecha está en gran
medida determinada por dónde sembramos, qué es lo que sembramos y cuánto
sembramos. La ley de la siembra y cosecha es una ley de la vida, tanto
espiritual como física, nadie que siembre peras recoge manzanas y si uno
chismea de sus amigos los pierde
El mismo principio se aplica a la vida cristiana; obtienes de tu vida cristiana lo que inviertes
en ella. Pero muchos cristianos no entienden o no creen que este principio
realmente se aplique a su vida cristiana personal. Nuestra cultura, nuestra
propia naturaleza, siempre nos están diciendo que podemos violar este principio
sin consecuencias, que seremos la excepción a la regla. Pero Pablo recalca que
este no es el caso. No podemos engañar a Dios” nos dice Pablo.
Amigos, tarde o temprano cosecharemos lo que sembremos, sea
bueno o malo, pues es imposible escapar de este principio eterno. Tomemos el
tiempo necesario para sembrar las semillas que recomienda el Señor en su
Palabra y no dudemos que el Señor levantará una cosecha de recompensas eternas
con las que Él mismo premiará nuestra fidelidad.
[1]- [2].- Gálatas 6.7
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