Últimamente
casi todos los partidos políticos en España están presentados a sus futuros candidatos a liderar sus filas a
jóvenes políticos, muy bien preparados, titulados superiores en derecho y
economía, personas con muchas ganas, grandes elocuentes, saben cómo llegar a
las personas.
Es como si nos quisieran vender unos políticos diferentes que nos agraden a los ojos, que los votemos por lo jóvenes que son, por sus títulos universitarios, por sus promesas de arreglar todo lo desarreglado, pero en realidad a la hora de la verdad, será así, o nos llevaremos una nueva frustración.
Es como si nos quisieran vender unos políticos diferentes que nos agraden a los ojos, que los votemos por lo jóvenes que son, por sus títulos universitarios, por sus promesas de arreglar todo lo desarreglado, pero en realidad a la hora de la verdad, será así, o nos llevaremos una nueva frustración.
Muchas veces nos dejamos
impresionar por el físico, por la inteligencia, por la forma de hablar, o hasta
por la hermosura de una persona, pero casi siempre nos olvidamos de mirar su interior,
su corazón.
Dios envía al
profeta Samuel a elegir el sustituto de Saúl como rey de Israel, Samuel iba
buscando alguien que se pareciese a Saúl, alto atractivo, este era un hombre que impresionaba por su
apariencia, pero el Señor le dice a Samuel: "No mires a su apariencia, ni
a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el
hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el
corazón." [1]
La posición
de David dentro de su familia era tan baja que ni siquiera le llamaron para
reunirse con el profeta Samuel. Era meramente el más joven, el menos preparado,
se dedicaba a pastorear las ovejas de la familia, sin embargo fue el elegido
por Dios para ser el rey de Israel, para realizar grandes obras, y para ser
parte de la línea familiar que produciría al salvador del mundo.
Obviamente
Dios nos vio a David de la misma forma que la venia su propia familia.
Hay un dicho
popular que dice: No todo lo que brilla es oro; lo que puede lucir bueno y
agradable a la vista puede ser dañino y maligno. Lamentablemente, cuando
miramos con los ojos físicos vemos lo externo y somos dados a hacer juicio, el
cual, la mayoría de las veces, es equivocado.
Pero esto también
pasa en nuestra vida, cuántas veces nos mostramos delante de los hombres con palabras
tiernas, cariñosas y apasionadas, pero que en realidad se muestran mentirosas
o, por lo menos, pasajeras, porque no reflejan verdaderamente los sentimientos
de nuestro corazón.
Dios tiene
perfecto conocimiento, no sólo de cuanto decimos o hacemos, sino también de
nuestros pensamientos más secretos. Discierne todo lo que nuestro corazón
encierra, aun cuando nosotros mismos no lo veamos en la mayoría de los casos.
Una vez bien comprendido esto, podemos orar, como lo hacía el Salmista. “Examíname,
oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y
conoce mis pensamientos; Y ve si hay en
mí camino de perversidad, Y guíame en el
camino eterno”. [2]
[1].- 1
Samuel 17.6
[2].- Salmo
139-23-24
No hay comentarios:
Publicar un comentario