Así que, si Jesucristo
os hace libres, seréis verdaderamente libres |
He recibido esta semana una carta de una persona que tiempo
atrás compartíamos algo más que amistad, y por ciertas causas este hombre
termino en prisión. Me comentaba que estaba asistiendo a las reuniones
cristianas que se celebran en prisión, y que aunque está preso en una cárcel
física, rodeado de cuatro paredes, el se siente totalmente libre, haciendo
realidad en su vida las palabras de Jesús: Conoceréis la Verdad, y la Verdad os
hará libres. [1]
Por otra parte existen personas que aunque no se encuentran
en estas prisiones físicas, de rejas y paredes, se encuentran presos, y en unas
prisiones muy complicadas de asumir, porque no nos creemos estar presos,
pensamos que es normal. El apóstol Pedro hacía mención de esas prisiones y nos aconsejaba huir:” Renuncien a toda
maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de
maledicencia. [2]
Estas personas atadas
en estas clases de prisiones no pueden ser felices, aunque en ocasiones pareciera
serlo, es solo un espejismo, se adaptan a su nuevo ambiente, se acostumbra a ciertas
cosas, pero en el fondo de su corazón, saben que todas están cosas le
tienen presas, porque de la malicia nace el engaño, del engaño nacen los fingimientos (aparentar
ser lo que no somos y disimular lo que en realidad somos), de los fingimientos nacen las envidias, y de las envidias, las detracciones maliciosas
y envidiosas.
El estar presos en estas clases de prisiones nos traen
consecuencias negativas a nuestra vida: desobediencia, enfermedad, celos,
codicia, robo, crítica, amargura, desazón, rivalidad, rencor, ambición, odio,
enojo, molestia, irritación, queja, amargura, traición y muerte, y lo peor de
todo contamina a toda persona que esté a
nuestro alrededor, familia, amigos, etc. Por otro lado estos “presos” tardan
en encontrar la libertad (paz en su corazón), porque
siempre su mente está corriendo en busca
de algo, sin saber que es ese algo.
Pero el Señor nos ama, y envió a su Hijo para hacernos libre
de esas prisiones. No hay necesidad de que sigamos viviendo así. El proclamo
libertad a los cautivos.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar
buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel"
[3]
Jesús vino a predicarnos la mejor noticia. Jesús vino a
vendar nuestras heridas y sanarlas.
Jesús vino a dejarnos saber que ya no somos más cautivos de ninguna cárcel
espiritual.
Yo no tengo necesidad de vivir con engaño, hipocresía, envidia y todo pensamiento de malicia en mi vida.
Porque Cristo trajo la luz a mi vida, ya las puertas de esas prisiones que
antes me atormentaban se abrieron totalmente.
Así que, si Jesucristo
os hace libres, seréis verdaderamente libres. (Juan 8.36)
[1].- Juan 8.32
[2].-1 Pedro 2.1
[3].- Isaías 61.1
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