03 marzo 2013

Ser Feliz


No podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo podemos ser felices hoy día en medio de una vida llena de estrés, de un trabajo que muchas veces no nos gusta, pero que no tenemos más remedio que aceptarlo,  ¿Cómo podemos ser felices? cuando hay personas que son desahuciadas de sus hogares, por no tener medios para hacerse cargo del pago por falta de trabajo.



  ¿Cómo podemos ser felices? cuando más de la mitad de la población mundial está sufriendo, viviendo por debajo del nivel de la pobreza. ¿Cómo podemos ser felices? cuando vemos por televisión,  terremotos, tsunamis, huracanes, inundaciones y sequías que destrozan pueblos y ciudades enteras.

En mi vida hay,  aguijonazos de dolor y preocupación: la crisis, un familiar enfermo, el saber que mi trabajo es algo inestable,... etc. Por supuesto, no faltan los contratiempos: un día el coche no arranca, otro día te hieren las palabras de una persona, o el trabajo se hace estresante, o no te entiendes ni a ti mismo.
Sin embargo, todas estas situaciones no hacen que me sienta, en absoluto, algo menos feliz, porque mi felicidad es otra cosa.

De hecho, si miramos a nuestro alrededor, encontramos muchas personas con problemas familiares,  (hijos, padres o cónyuge), con problemas económicos, o con su salud resquebrajada, unos siguen siendo felices, otros se sienten desgraciados y algunos consideran que no merece la pena vivir así.

Por tanto, la felicidad no depende de las cosas en sí, sino de la persona misma; de algo mucho más profundo que un conjunto de situaciones más o menos placenteras.

No soy feliz por tener cosas, ni por triunfar socialmente, ni por disfrutar de tantas cosas que la publicidad nos presenta como fuentes indispensables de placer. Me siento feliz por algo que está dentro de mí, que procuro cultivar día a día: es la presencia de Dios en mi vida  lo que me hace feliz.

Por todo esto, y puesto que sé que a lo largo de mi vida pasaré por altibajos de situaciones laborales, económicas y afectivas , envejeceré y la buena salud que ahora tengo, no se mantendrá indefinidamente, sería absurdo que pusiera mis esperanzas de felicidad en estas cosas.

Afortunadamente estoy seguro de que Dios no se olvida de mí. "¿Puede una madre olvidarse de su hijo? Pues, aunque ella se olvide, yo no me olvidaré de ti" [1], nos dice el mismo Dios en la Biblia. Eso sí que me da una felicidad que nada ni nadie es capaz de quitarme.
[1].- Isaías 49.5

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ÚLTIMA ENTRADA PUBLICADA

El Dios de las segundas oportunidades

Hoy en día, si cometes un error, estás perdido. Un tweet incorrecto puede significar que tengas un grave problema. Un comentario irreflexivo...