16 septiembre 2012

La necesidad de renovarse


He estado ayudando a Paula a forrar los nuevos libros, y lo bien que quedan  con esos nuevos forros adhesivos. Le contaba a Paula que cuando yo iba a la escuela (hace ya muchoooosss años) forrábamos los libros con papel de periódico, y nos quedaban bien guapos. Los forros de mi época y los actúales no son iguales pues han prosperado para mejor, lo que no ha cambiado han sido lo que hemos forrado “libros”, o sea hemos renovado el forro.



Renovarse es necesario, renovarse es una ley universal, y si muchas veces perdemos terreno con el enemigo es porque no nos renovamos, nos aferramos a viejas concepciones, (el papel del forro),  que ya no son validas y que deberíamos abandonar. Por supuesto no me estoy refiriendo a los principios sobre los cuales está fundado y no existe mejores principios que aquellos que se encuentra en la Biblia.
Todo hombre y mujer ven la necesidad de renovar la decoración de su casa, su vestuario, su look, el coche, pero no vemos la necesidad de renovarnos espiritualmente. La Biblia  enseña, que aunque el ser exterior, el físico, se desgasta cada día con el uso, el interior, el ser espiritual, se renueva de día en día.
Cambiar significa dejar lo conocido, dejar lo viejo y optar por renovación y frescura. Significa estarse re–inventando, significa no conformarse y  ser un cristiano activo. Existe el cambio involuntario, el cual es impuesto, y es el resultado de una situación ajena a nuestro control, como un recorte laboral, una enfermedad o accidente, la pérdida de un ser querido etc. y tenemos que estar preparados para lidiar con el inmediatamente. Luego  existe el cambio voluntario, el cual nosotros buscamos y lo deseamos porque no estamos contentos con la situación actual o porque no hemos quedados estancados, o porque nos damos cuenta de que todavía forramos nuestros libros con papel de periódico.
Yo sentía que me tenía que renovar, mi modelo de vida espiritual estaba caduco, seguía con la antigua versión, pero me he puesto de rodillas ante Dios, vacié mi corazón de todas cosas que no me gustaban y que tampoco gustaban a Dios.
El cristiano está en un programa de educación continua. Cuanto más conocemos de Cristo y de su obra, mayor será el cambio en nuestras vidas para ser semejantes a Él. Ya que este proceso es de por vida, nunca deberíamos dejar de aprender y obedecer. No hay justificación para quedarse atrás, sino más bien, una motivación para enriquecernos al crecer en El. Esto requiere práctica, revisión, paciencia y concentración para mantenernos en concordancia con su voluntad.

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