16 junio 2012

El miedo que paraliza

En estos días de pésimas noticias, falta de trabajo, crisis,  y de gran incertidumbre, ¿Quién no se siente deprimido y turbado por un temor que nos paraliza y no nos deja ver mas allá de nuestras narices. Hombres y mujeres vemos con temor las decisiones que se están tomando, tenemos miedo a perder nuestro trabajo, tenemos miedo a perder la salud, temor a lo que nos puede deparar la vida, temor al fracaso, a nuevos comienzos, a cambios de vida, a la soledad, sin embargo, muchas veces ignoramos que el temor es un arma del diablo muy bien diseñada que nos hace desistir al momento de querer enfrentar una tarea porque nos hace dudar de nuestra capacidad y más aún, de lo que Dios quiere hacer para ayudarnos



 Puedes ser una persona valiosa con habilidades y dones hermosos, pero el temor a lo que hay alrededor te detiene, es como una cárcel  imaginaria que te mantiene encerrado y no te deja avanzar, como si una parte de ti está convencida de lo que puedes hacer pero otra al mismo tiempo te hace dudar y solo te mantiene desperdiciando tu oportunidad de realizar las cosas que te has propuesto.

¿Recuerdas esos planes que tenías, tantas metas y propósitos que deseabas cumplir, los ministerios que querías comenzar a descubrir? ¿Dónde están ahora? Tal vez sin darnos cuenta hemos sido víctima del temor que sutilmente se han disfrazado y nos ha desanimado haciéndonos pensar en las críticas, burlas, habladurías, necesidades o carencias, y nos hemos olvidado que Dios nos ha puesto todo en nuestras manos para que lo logremos.

Recuerdas la historia de los doce espías, ¿Qué paralizo a los diez? El miedo, ellos lo habían visto con sus propios ojos, que era una tierra especial, tierra que fluye la leche y miel, pero…. El temor les paralizo y no les permitió seguir adelante, claro que te vas a encontrar gigantes en tu vida, dificultades, problemas, como estos hombres, pero recuerda que tanto ellos como nosotros, tenemos la promesa de Dios: “Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tu padres te ha dicho; no temas ni desmayes”. (DT. 1.21)


El temor no viene al comenzar un ministerio, a comenzar un trabajo a recorrer un camino, a los hombres que envió Moisés  les vino cuando ya has caminado una buena parte porque su función es desanimarte e impedir que avances y llegues a la meta que te has trazado, es un arma silenciosa del diablo para frenar los pasos de quien se dirige a la victoria, es una mentira que se planta y echa raíz impidiendo que produzcas frutos.

La única manera de impedir que el miedo se apodere de nosotros o de conseguir aquello para lo cual Dios te ha llamado es estar cerca de Dios, mantener una relación personal y continua a través de la oración y lectura de su palabra, eso nos va a general una seguridad, confianza y la convicción de que no hay nada que temer porque el Señor va caminando a nuestro lado.





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