04 junio 2010

La lengua, ese fuego incontrolado

Una lengua fuera de control, y un corazón engañoso, son el resultado de una religiosidad vacía. La verdadera religión se expresa en la vida diaria, como lo pone de manifiesto la pureza de la conversación, el amor y el carácter. El apóstol Santiago lo expresaba de esta manera; Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve de nada. (Santiago 1.16)

Son palabras fuertes para nosotros los que decimos que amamos al Señor, pues una lengua incontrolada puede hacer que toda nuestra vida cristiana sea completamente inservible. Puede volver nuestra propia actividad espiritual absolutamente inútil ante los ojos de Dios.

Santiago está hablando a cristianos, a personas como tu y como yo. No son personas adictos al alcohol o gente que anda por la calle, habla a personas que son parte del cuerpo de Cristo, somos cristianos activos en la obra del Señor, pero nuestras lenguas están desenfrenadas, fuera de control, Santiago se está dirigiéndose a aquellos que parecemos ser santos, amables, gentiles, amorosos, sin embargo se mueven en la iglesia, o en sus trabajos o en sus familias con lenguas fuera de control, siempre escuchando y hablando chismes, el Señor dice que toda su espiritualidad es vana, no tiene valor es inservible.

Nosotros como cristianos no nos hemos tomado en serio aquello que el Señor ha dicho acerca del domar nuestras lenguas. Dios lo ha hecho un asunto del corazón. No solamente mi lengua negligente desmiente toda mi espiritualidad, también me hace enfrentar el indiscutible hecho de que mi corazón está sucio, manchado. “Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca". (Mateo 12:34)

Si yo hablo palabras sensuales y lascivias, si yo hablo cualquier chisme, si yo desacredito a alguna persona, si yo hablo con celos acerca de alguien, si un torrente de palabras de queja sale de mi boca, entonces debo preguntarme a mí mismo: "¿Que cosas sucias hay todavía en mi corazón que yo puedo hablar de este modo?".

Todo esto nos lleva a tener en cuenta que en el día del juicio, nosotros tendremos que responder por cada palabra descuidada, vana que hayamos hablado, "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:36 -37)

Parece que nosotros pensábamos que nuestras palabras simplemente caen en la tierra y mueren, o que se desvanecen en el aire, pero no, nuestras palabras siguen vivas, ellas no mueren, podremos decir,….pero yo solamente le dije ese chisme a un amigo, y él prometió que nunca lo repetirá, que el chisme terminaría con él, yo solamente hice ese comentario para el bien de la obra. Pero estas palabras no terminará ahí, cada palabra que pronunciemos es grabada, escrita en la eternidad y nosotros las oiremos todas repetidas palabra por palabra en el juicio. Aquellas palabras nos condenarán a menos que las confesemos, renunciemos, y que saquemos fuera de nuestro corazón las raíces de maldad que nos causó que las pronunciáramos.

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