En estos momentos cuando el protestantismo madrileño vive tiempos turbios, y muchos ven una afrenta, deberíamos ver una oportunidad para estar mas unidos.
Deberíamos extraer lo positivo de las vivencias de nuestros hermanos, que a menudo son diferentes a las nuestras. No debería morir nunca en nosotros el ansia por escuchar, valorar, aprender y experimentar de nuestros hermanos, y nunca sacar conclusiones que puedan dañar, no solamente a nuestros hermanos, sino al Evangelio.
Si todo esto fuéramos capaces de compaginarlo con el respeto, la libertad, el esfuerzo y el amor en la aceptación de los aceptable seriamos capaces de crear un Evangelio mas puro y sobre todo mas unido.
Harto de las disputas internas y de las divisiones en el seno de
(1 Corintios 1.10)
Pablo actuaba así teniendo en cuenta que, en un entorno dominado por la cultura pagana, como era el de esta ciudad griega donde florecían varias escuelas de pensamiento, la fe cristiana que él les había revelado corría el riesgo de quedar reducida a una sabiduría filosófica humana, si cada uno revindicaba su pertenencia a éste o aquél maestro, y no al Maestro Jesucristo. Planteándoles la pregunta decisiva: « ¿Cristo está dividido?», Pablo quería recordar a los corintios que las divisiones en la iglesia contradicen su naturaleza, falsean su testimonio y hacen fracasar su misión en el mundo.
Aquello que se hace en nombre de Dios y va en contra del hombre no es cosa de Dios.
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