Hace unos días tuve que tomar algunas decisiones muy
importantes. Lo tenía todo planeado, no había nada al azar, fechas, lugares,
todo atado y bien atado. Con el tiempo y según llegaban las fechas nada se
cumplía de acuerdo a lo anteriormente planificado. Todos aquellos planes tan
bien organizados no llegaban a cumplirse. Mi primer pensamiento fue ¡planes! ¿Para
qué? Yo creo que todos los hemos hecho alguna vez en nuestra vida, algunos con
más detalles, otros con menos, a veces nos tomamos todo el tiempo del mundo y
otras, los hacemos casi sin pensarlo. Pero siempre tenemos planes, lo que pasa
es que muchas veces no salen como lo teníamos planeado, porque nos equivocamos,
y aun en otros casos, sencillamente fueron muy malos planes.
Pensando en todo esto me acorde de esa parte de la Biblia
donde el profeta Jeremías habló a los ancianos, a los sacerdotes, a los profetas
y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia,
diciéndolos: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice
Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.
(Jeremías 29.11).
Lo que pude aprender de todo esto es que los pensamientos de
Dios están por encima de los míos, mi manera de pensar y planificar está
empañada por mis limitaciones, por mis defectos que son muchos, pero los de
Dios no, los de Él son perfectos, puros, por lo tanto, lo primero que tenía que
haber hecho era haberlos puesto en la mano de Dios cualquier plan que yo hubiera
querido hacer.
El apóstol Santiago habla muy claro respecto a los planes: “Vamos
ahora, los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un
año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque
¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de
tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras
soberbias. Toda jactancia semejante es mala”. (Santiago 4.13-16)
¿Qué quiere decir esto que no debo hacer planes? ¡Claro que
no! Es bueno tener planes, pero nuestros planes nos pueden decepcionar si
dejamos a Dios fuera de ellos. No vale la pena hacer planes como si Dios no
existiera. Es bueno e importante planificar por adelantado, pero no nos aferremos
mucho a nuestros planes, sin poner a Dios en el centro de ellos, porque Él nunca nos decepcionará.
Dios es omnisciente, de manera que Él ya conoce mi futuro y
sabe qué es lo mejor para mí. Dios lo sabe todo. Yo no. Yo puedo planificar, orar,
hasta puedo decirle al Señor cual es mi deseo, y hasta atreverme y expresarle
lo que a mi entendimiento es lo mejor para mí y mi familia pero tengo que
reconocer que cualquier decisión, cualquier plan que tome tengo que confiar en
que el resultado está mejor en las manos de Dios que en las mías.
Doy gracias a Dios por tu vida y por inclinar tu corazón a Sus planes. Gracias a ti por tomar la decisión de entrar en Sus planes y echarme una mano con lo del Seminario a distancia Berea. Cuando vi en tu face tu jubilación, sabía que los planes de Dios en tu vida iba a darte un mejor trabajo. Sé que en los planes de Dios nuestra jubilación será cuando cerremos nuestros ojos aquí, también sé que no eran precisamente tus planes, pero te puedo asegurar que si tú te ocupas de Sus planes, Él se ocupará de los tuyos. Dios te siga dando sabiduría! Un abrazo Esteban, esperamos con todo nuestro deseo que alguna vez nos puedas visitar.
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