En la edad media, donde solo unos pocos sabían leer, los
poderosos. Entonces los obreros, los campesinos, los analfabetos, preguntaban a
los que leían la Biblia cómo podían irse al cielo, estos les respondían que si
ellos eran capaces de doblar su producción agrícola en una semana, serían
dignos del cielo.
Hay personas que creen todo lo que les dicen, personas que
siguen a un hombre simplemente porque habla bonito, porque les promete grandes
bendiciones, y les hablan de que todo lo puede conseguir si lo declaran, lo
decretan, lo piden.
Me siento muy triste cuando leo, veo u oigo cosas como
estas, y que las personas no hacen nada por saber si son ciertas o no. Tenemos
el manual de Dios para nuestra vida, las Sagradas Escrituras, y sin embargo no lo utilizamos para corroborar
todas estas cosas.
Me produce una gran pena ver a personas que creen todo lo
les cuentan, personas que le falta ánimo para comprobar por ellas mismas si lo
que les cuentan lo recoge la Biblia, personas que se conforman con que otros
lean la Biblia por ellos. Pero yo les pregunto ¿Qué ganas tú, con que otros
lean la Biblia por ti? ¿Realmente te sientes seguro de que otros interpreten o
manipulen lo que aprendes?
Lee la Biblia, que nadie la lea e interprete por ti, no se
puede confiar en los hombres, tú no sabes quién es, ni con qué fin, es en realidad
la persona que está interpretando la palabra de Dios por ti.
Seamos como los judíos de Berea que no tenían una mente
cerrada ni eran negligentes, pues recibían la palabra con toda solicitud y escudriñaban
cada día las Sagradas Escrituras. (Hechos 17.11). Las personas en Berea abrieron las Escrituras y buscaron la
verdad para verificar o desaprobar la verdad que escucharon. Siempre compare lo
que escucha con lo que la Biblia dice.
Un predicador o un pastor que da el
mensaje verdadero de Dios nunca entrarán en contradicción ni se apartará de la
Palabra de Dios.
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