No dejo de asombrarme, cuando leo en las Sagradas Escrituras
palabras como estas: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo
aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
(Romanos 5.8).
Dios es majestuoso, más allá de lo imaginable, siendo un
Dios totalmente capaz y justificado para castigar y condenar a los hombres y
mujeres que voluntariamente nos hemos inclinado en desobedecer la Ley de Dios, y
teniendo todo el derecho de castigarnos, Dios nos perdona.
¿Qué sería de nosotros si el carácter de Dios incluyera a sus atributos: ira, juicio, enojo y
aborrecimiento hacia los pecadores? ¿Cuál sería nuestro destino? Sin lugar a duda nuestro destino sería la
ruina y la angustia eterna de nuestras almas por toda la eternidad. Sin
embargo, nuestro Dios, quién siempre ha demostrado tener la iniciativa en
amarnos a pesar de nuestra torpeza, ha proveído un medio para ser perdonados, nos ha dado a su Hijo Jesucristo, quien
intercede por nosotros y recibe el castigo en lugar nuestro, eso se llama Gracia,
favor inmerecido, y es por eso que no dejo de asombrarme y jamás lo haré.
Cuando Jesucristo toma nuestro castigo, y logra el perdón de
Dios para nosotros, lo llamamos reconciliación, y es cuando Jesús logra que Dios haga las
paces con nosotros. Dios olvida nuestros tropiezos, y nuestros pecados son perdonados
y jamás vuelve a mencionarse en la corte celestial, son olvidado para siempre.
Amigo-a, si tú aun no
te has arrepentido de tus pecados, si te
encuentras prisionero de tu pasado, corre hacia Cristo porque sólo Cristo puede
librarte del enojo de Dios y puedas encontrar la paz con Dios.
Es maravilloso saber que Dios no se deleita en castigar, el
deleite de Dios consiste en perdonar, en desplegar misericordia, en dar gracia,
gracia abundante, es por eso que Él ha sido capaz de dar a su propio Hijo,
porque en el Hijo encontramos, misericordia, y perdón, y sólo por Él nuestros pecados son
olvidados.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
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