En estos últimos días ha habido una noticia que me han
llamado mucho la atención y que me ha causado bastante preocupación, y es que
en una encuesta realizada a cristianos sobre el dogma trinitario entre unos 12
mil participantes de distintos países hispanohablantes solo el 9,57% ha
contestado bien todas las preguntas con puntación. ¡Ni un 10%!
No quiero ser alarmante pero cuando aparecen noticias como
esta tenemos que ser conscientes de que algo no funciona bien en nuestras
iglesias, de que algo no estamos haciendo correcto, si somos sinceros hay una
decadencia espiritual en nuestras iglesias.
En el libro de Oseas capitulo 4 versículos del 1 al 6 el
pueblo de Israel estaba en una situación decadente, El Señor como fiscal
acusador presentó tres evidencias en su contra: la primera tenía que ver con la
mentira, (vs-1), otra, que estaban violado los principales mandamientos, (vs-2)
y por último la falta de conocimiento, (vs-6), que es la que quiero
profundizar. Cuando hablamos de conocimiento hablamos de saber, entender,
comprender, conocer.
Los principales responsables de la pésima situación
espiritual de Israel eran los sacerdotes. La misión de los sacerdotes era enseñar
el conocimiento de las leyes de Dios al
pueblo para que estos entendieran y supieran vivir de acuerdo a la ley de Dios.
(Levítico 10.10–11).
Como veíamos, uno de los pecados más grandes del pueblo de Dios era la ignorancia, la falta de conocimiento de Dios, debido a la poca diligencia de los sacerdotes en enseñar la ley de Dios, hoy en día ocurre igual hay falta de conocimiento sano porque hay poca preocupación por enseñar, somos capaces de organizar grandes eventos, otorgar premios, celebrar conmemoraciones, y no somos conscientes que lo más importante es que las personas que acuden a nuestras iglesias adquieran verdadero conocimiento, debemos tener cuidado la ignorancia nos hace hacer, decir, pensar y seguir cosas erronas, que nos llevan a un desconocimiento total de las Sagradas escrituras.
Los siervos de Dios hemos sido llamados a predicar las
escrituras así como están, Dios no nos pide nuestra opinión, su palabra no vino
con defectos de fabricación para que la reformemos, para que la retoquemos. La
responsabilidad es grande, el pueblo perece por falta de conocimiento, y es por
nuestra culpa, por no enseñar la sana doctrina, por no hacer hincapié en la
importancia, no ya en estudiar la Biblia, sino de estudiarla bien en su
contexto, sin quitar ni añadir nada.
La responsabilidad en nuestras, de las personas que
enseñamos, de los que dirigimos y guiamos al pueblo de Dios.
Que el Señor nos ayude a aprender y enseñar la sana doctrina.
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