El conocimiento hace que nos sintamos bien y que creamos que somos importantes, pero uno fácilmente puede desarrollar soberbia, actitud de "sabelotodo". Muchas personas con opiniones firmes no están dispuestas a oír y aprender de Dios y de otros.
Pablo dice que el conocimiento de Dios, aquel que se necesita para edificar la iglesia se puede obtener sólo amándolo a Él (Santiago 3.17-18).
Y podemos conocer y ser conocidos por Dios, sólo cuando nos parecemos a Él al mostrar amor (1 Juan 4.7-8).
Pablo dirigió estas palabras a creyentes que no habían sido incomodados por haber comido carne ofrecida a los ídolos. Aunque estos no eran reales y el ritual de la ofrenda pagana no tenía sentido, el comer carne de ese tipo ofendía a los cristianos de conciencias más sensibles. Pablo dice, por esto, que si un hermano más débil o menos maduro pudiera interpretar erróneamente sus acciones, ellos debieran, por consideración, evitar comer carne ofrecida a los ídolos.
La libertad cristiana no significa que todo es permitido. Significa que nuestra salvación no está determinada por el legalismo, buenas obras o normas, sino por el regalo de Dios. La libertad cristiana, por lo tanto, está atada inseparablemente a la responsabilidad cristiana. Los nuevos creyentes, con frecuencia, son muy sensibles a lo que es o no correcto, a lo que debieran o no hacer. Algunas acciones pudieran ser perfectamente correctas para nosotros, pero podrían herir al hermano o a la hermana que todavía es nuevo en la fe y que apenas está aprendiendo acerca de lo que es la vida cristiana. Debemos tener cuidado con no ofender al cristiano recién convertido o sensible o, por nuestro ejemplo, inducirlo a que peque. Cuando amamos a otros, nuestra libertad para hacer ciertas cosas no debiera ser más importante que fortalecer la fe de un hermano o hermana en Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario