Me han llegado noticias de que en varias páginas Católicas se hace mención de la labor evangelizadora que hacemos las Iglesias Evangélicas. Critican esta labor como que lo único que se pretende es hacer proselitismo (partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina), pues si la definición es esta, si hago proselitismo; en mi trabajo, en mi familia, a mis vecinos, a mis amigos, a la chica del súper, etc, etc, y no hago otra cosa que cumplir con el gran mandato que nos dejo Jesús: “ y por el mundo y predicar el evangelio”, y pobre de mí si no fuera así porque entonces las piedras hablarían, y serían a ellas las que se le criticarían por hacer proselitismo.
En el evangelio de Juan, leemos el milagro de los panes y los peces y como Jesús pregunta a sus discípulos y a todos nosotros ¿Cómo vamos a dar de comer a tanta gente?
Este milagro fue hecho para háblanos de que hacemos nosotros para dar de comer a tanta gente hambrienta, y este hambre tiene dos dimensiones; el hambre físico…del estomago y el hambre espiritual de Dios, y ¿nosotros que hacemos? No les damos de comer porque nos van a criticar por hacer proselitismo. Somos pequeños, con muchos defectos y sin embargo el Señor nos da una misión en esta vida, yd, y hacer discípulos a todas las naciones.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, En las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre, estas palabras las pronuncio Jesús, ¿pero qué significa esto?, Dios quiere avivar a su pueblo para que seamos como Jesucristo, pero el pueblo religioso tradicional no quiere un avivamiento, ni en Cárceles, ni Hospitales ni en Establecimientos Militares.
Muchas veces leemos estos versículos como palabra de ánimo, no, no son palabra de ánimo, es un poder que nos faculta, es una facultad para ser fuerte y que nadie, ni nada nos detenga en nuestra labor de predicar el evangelio.
“Si sabéis esta cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13.17)
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