No nos damos cuenta de las muchas cosas que poseemos, un
trabajo, salud, cariño, familia, amor y todas estas cosas no nos satisface,
siempre encontramos una queja por lo que no tenemos, y eso lo único que nos
hace es más infelices. En vez de ser agradecidos por lo que tenemos. Estamos quejosos
por lo que deseamos y anhelamos.
Me gustaría contaros una historia y la gran lección que aprendí
cuando vi este anuncio en la televisión. Se titula “los 4 sentidos” y cuenta la
historia real de dos hijos que deciden darle una sorpresa a sus padres, ambos
ciegos, con motivo de sus bodas de plata. Azahara y Pascual son
hermanos y viven en Granada. Sus padres son invidentes, su madre sufre una
discapacidad visual del 70 por ciento, y su padre es completamente ciego. Ante
la cercanía del 25 aniversario de bodas de sus padres, los dos jóvenes
decidieron organizarles una sorpresa. Al carecer de la visión, sus hijos
organizan un "festival" para los cuatro sentidos que sí pueden usar,
una orquesta sinfónica les despierta con la pieza de “Nessun Donna’” de Puccini,
después les llevan a un laboratorio de
esencias y al campo para que rememoren los olores de su juventud, y más tarde llevan
al padre a su pueblo natal donde por medio del tacto va reconociendo a sus
vecinos que hacía años que no coincidían y por último terminan con una
suculenta cena preparada por un conocido cocinero.
Es una historia sencilla pero, impactante, bonita y tierna…
Pero lo que realmente me pareció importante es lo que dice
el hijo al finalizar: “Nuestros padres nos enseñaron que hay dos
maneras de tomarse la vida. Puedes vivirla lamentándote de todo lo que te
falta, quejándote por lo que la vida no te dio, o aprovechando al máximo lo que
sí tienes”.
Esta fue la lección que aprendí, que tengo que aprovecha y
valora al máximo lo que si tengo, y no preocuparme de lo que no tengo.
Si quieres buscar el vídeo en Youtube encontrarás la historia "aqui",
merece la pena perder unos minutos.
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