16 noviembre 2009

Palabras de Refrigerio

Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero, (Malaquías 3.16)

Una de las mayores satisfacciones que he podido recibir, es cuando recibí un correo de un hermano que me decía “hermano Esteban, tus palabras me animaron y me refrescaron”.

Dios usa a la gente para refrescar a otra gente, El ama esta clase de Ministerio. El movió al profeta Malaquías a reconocer que el pueblo de Dios se levantara a través de edificarnos mutuamente.

En nuestro ministerio del Hospital, nos hemos dado cuenta de que hay una gran necesidad de este Ministerio, de personas que necesitan ser animadas y refrescadas.

Una de las variantes de este Ministerio es escuchar, ser sensibles y permitir dirigir la conversación a los enfermos.

Los pacientes quieren hablar con alguien acerca de la situación en que se encuentran y como se sienten. Quieren un amigo que les pregunte acerca de sus temores y también porque no, sobre la muerte.

Nosotros tenemos que ponernos a la disposición del paciente con un oído atento y un corazón compasivo, los que se encuentran en una situación dolorosa necesitan palabras sinceras y útiles de un verdadero amigo.

No sabemos que hará el señor en el futuro por nuestro amigo, pero podemos ser una fuente de aliento y de refresco al dedicar el tiempo necesario para escuchar y usar palabras de esperanza, amabilidad y sinceridad.

Cada palabra pronunciada, cada llamada, cada carta escrita, cada esfuerzo por consolar a los caídos, es una forma de animar y refrigerar las vidas de los que mas lo necesitan.

El Señor nos ha dado todo el poder del Cielos para refrescar a un amigo o hermano herido, alguien que necesita la consolación que Dios te ha dado a ti, siempre hay gente que te necesita y las intenciones del Señor es que lleves consolación a otros.

Hacemos lo que escuchamos

Muchas veces asistimos a la Iglesia pero no nos interesa escuchar el mensaje del Señor para ponerlo en práctica. Muchos van a la iglesia como un entretenimiento. Disfrutan la música, el compañerismo y las diversas actividades, pero no atesoramos el mensaje en nuestros corazones. ¿Ha reducido usted los servicios de la iglesia al nivel del entretenimiento o acaso la palabra de Dios tiene un verdadero impacto en su vida? Escuche la Palabra de Dios y obedezca, aplíquelas y póngalas en práctica en su vida. Si quiere seguir leyendo las notas de esta reflexión en este enlance.

06 noviembre 2009

Entre paseo y paseo

Estábamos paseando por la plantas del Hospital, visitando a los enfermos, y me puse a pensar en los muchos hombres y mujeres ingresados en los hospitales, o que cada día acuden a las consultas externas para pasar sus oportunas revisiones.

Mientras observaba a las personas, pensé en las tantas actividades y planes que tuvieron que suspender para buscar la restauración de su salud. Cuando se enteraron de su situación física, todo lo demás disminuyó en importancia. Todos los planes y actividades tomaron un segundo lugar: la reunión de negocios, las vacaciones, la compra de un coche nuevo.

Luego pensé en lo que pasaría si toda esta gente se preocupara de igual manera por los síntomas de la enfermedad espiritual. ¿Imagínate los resultados, si la gente dejara todo lo demás para buscar la salud espiritual con el mismo fervor y seriedad que los pacientes de cualquier hospital.

Y a nosotros, ¿qué nos preocupa más: las necesidades físicas o las espirituales? ¿Has buscado al Médico Supremo para curar la enfermedad fatal del pecado con la misma disposición que lo harías para buscar un remedio para sanar esa enfermedad en tu cuerpo?

Es importante cuidar el cuerpo. Pero las palabras de Jesús revelan cuál debe ser nuestra primera preocupación:

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno"

(Mateo 10:28).

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