Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.
(Efesios 5:22-23)
Los cristianos deberíamos tener hogares hermosos para ello en el libro de, Efesios 2.22-23, explica como el esposo y la esposa puede alcanzar esta meta.
A menudo, la palabra sumisión se usa mal, no significa convertirse en una persona de poco carácter, explicado de otra forma más sencilla es el amor del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo, por tanto la sumisión de la esposa al esposo no la degrada o la hace inferior, pues ambos deben someterse a Cristo y a su vez el uno al otro.
Cristo, ante quien se doblará "toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra" (Filipenses 2.10), sometió su voluntad al Padre y honramos a Cristo siguiendo su ejemplo.
Cuando nos sometemos a Dios, tenemos una buena disposición de obedecer sus mandamientos relacionados con someternos los unos a los otros, o sea, subordinar nuestros derechos a los de nuestros cónyuges. En una relación conyugal, ambos esposos tienen el llamado a someterse. Para la esposa, esto significa sujetarse voluntariamente al liderazgo de su esposo en Cristo. Para el esposo significa echar a un lado sus intereses a fin de cuidar a su esposa. La sumisión rara vez es un problema en hogares en los que los esposos mantienen una sólida relación con Cristo y en el que cada uno está interesado en la felicidad del otro.
Todos los deberes del matrimonio están incluidos en la unidad y el amor.
Mientras adoremos y nos regocijemos en el amor de Cristo, y los maridos y las esposas aprendan sus deberes recíprocos tendremos hogares hermosos donde reine la paz y el amor.
Dibujo:via Blogfotosvideosynoticias
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