29 octubre 2011

¿Pero gracias por qué?

Parece como que últimamente en España todos son malas noticias.La crisis económica, el paro, los secuestros de las cooperantes españoles, la desaparición de los niños en Córdoba.

El Apóstol Pablo le decía a Timoteo, Exhorto que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres. Cuando Pablo escribió esta carta, el César que dominaba al Imperio Romano era un tirano criminal, sin embargo, Pablo dice que debemos dar gracias.

¿Pero gracias por qué?

Si como hemos leído todas son malas noticias, pero……..también las hay buenas a menudo, lo bueno sobrepasa a lo malo, aunque las noticias siempre, exaltan lo terrible, lo feo, lo malo, lo violento, pero, en España, también acontecen muchas cosas buenas, limpias y dignas de elogio. Demos gracias a Dios por ello. Si Pablo podía dar gracias a Dios por las cosas buenas que él veía cuando el César dominaba Roma, cuánto más nosotros debemos aprender a dar gracias a Dios por todo lo que sucede, porque esta actitud te hace ver siempre lo positivo aún en medio de luchas, aunque no entiendas todo lo que ocurre a tu alrededor


22 octubre 2011

¡Cuál grande bosque enciende un pequeño fuego!

No es nada del otro jueves el que una persona exprese los sentimientos más piadosos un día, y repita las historias más denigrantes al siguiente. Nadie se extraña cuando una persona habla con palabras dulces en una reunión de la iglesia, y cuando sale masacra la reputación de alguien con lengua de víbora.

Sabemos muy bien por propia experiencia que hay una quiebra en la naturaleza humana. Todos tenemos algo de ángeles y algo de simios, algo de héroes y algo de villanos, algo de santos y mucho de pecadores. Santiago estaba convencido de que donde se presenta esta contradicción más evidentemente es en la lengua.

A menudo nos desconcierta nuestro lenguaje contradictorio. A veces es correcto y agrada a Dios pero en otras ocasiones es violento y destructivo. ¿Cuál de estos refleja nuestra verdadera identidad?

La lengua nos da una idea de nuestra naturaleza humana fundamental. Con ella, bendecimos a Dios. Esto era especialmente importante para los judíos. Siempre que se mencionaba el nombre de Dios, los judíos exclamaban: «¡Bendito sea!» Tres veces al día, Y, sin embargo, las mismas bocas y lenguas que bendecían a Dios de manera frecuente y piadosa, maldecían a las personas. Para Santiago eso era absolutamente antinatural, tanto como que una misma fuente fluyera agua dulce y agua salada, o un árbol diera frutos totalmente distintos. Aquello podría estar muy mal y ser contrario a la naturaleza, pero era y es trágicamente corriente.

Hasta las lenguas de los apóstoles podían decir cosas totalmente contradictorias, Pedro podía decir: «Aunque tenga que morir contigo, ¡no Te negaré!», y esa misma lengua suya negaría a Jesús poco tiempo después con juramentos y maldiciones. El Juan que dijo: «Hijitos, amaos unos a otros,» era el mismo que había querido una vez hacer que lloviera fuego del cielo y arrasara una aldea samaritana

Muchos hablan con impecable cortesía a los extraños, y hasta predican el amor y la amabilidad, y saltan y se ponen furiosos por nada con su familia. No es una cosa del otro mundo el usar una lengua muy piadosa el domingo y otra soez y blasfema el lunes.

Las cosas, dice Santiago, no deberían ser así. Es cierto que algunas drogas son curativas en algunos casos y venenosas a veces; son bendiciones para el que las usa por prescripción médica, pero perjudiciales hasta no poder más cuando se toman incontroladamente. Así la lengua puede bendecir y maldecir; puede producir o mitigar el dolor; puede decir las cosas más delicadas, o las más ofensivas. Es uno de los deberes más difíciles y obvios el impedir que la lengua no se contradiga a sí misma, sino que diga siempre tales cosas, y de tal manera, como querríamos que Dios pudiera oír.

Fuimos hechos a la imagen de Dios, pero también hemos caído en el pecado. Dios está interesado en cambiarnos de adentro hacia afuera. Cuando el Espíritu Santo purifica un corazón también da dominio propio de modo que la persona pueda decir las palabras que agradan a Dios

15 octubre 2011

¿Para qué sirven las leyes?

En mis tiempos de rebeldía, mis pensamientos se dirigían a que las leyes solo servían para oprimir a las personas y para convertir a los hombres en borregos.

Las leyes son una norma o conjunto de normas establecida por una autoridad competente, con las cuales se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia, y para el bien común de los gobernados.
Las leyes son establecidas para normatizar la conducta humana, en pocas palabras, las leyes son normas que rigen nuestra conducta social. Las leyes sirven para marcar pautas de convivencia. Y es importante que esté escrita para su difusión

La primera noción de leyes las conocemos con los Diez Mandamiento, que es el conjunto de 10 normas de procedimiento de convivencia, para una sociedad en formación, que acaba de provenir del éxodo, y que necesitaban un conjuntos de leyes para la convivencia del pueblo que recién se estaba formando.

Alguna vez se preguntó porque Dios nos pone unas series de normas, y con qué propósito ¿qué es la ley de Dios? Todos sabemos que necesitamos de ciertas normas para mantener un orden en esta sociedad, por lo tanto, deducimos que Dios también nos poner determinadas leyes para que nos llevemos bien entre todos y tengamos una buena relación con El.

Pero existe un problema, nadie las respeta, porque nadie las conoce, me pregunto cuántos españoles han leído por lo menos una vez la Constitución, el documento máximo, legalmente hablando, en donde se encuentran las garantías esenciales de toda persona. Así mismo cuantos desconocen la Ley de Dios, esos mandamientos que Dios ofreció al pueblo de Israel para convivir en paz y armonía, y que hoy en día están en vigor para poder alcanzar la verdadera libertad.

Tengamos en cuenta que, el desconocimiento o ignorancia no va a impedir que se nos aplique la ley

Cuando alguien nos habla de la ley, muchas veces la asociamos con lo que nos impide divertirnos. Pero la Biblia nos enseña lo opuesto: leyes que convierten el alma, que nos hacen sabios, nos alegran el corazón y alumbran los ojos, nos amonestan y nos galardonan. Esto es porque las leyes de Dios son guías y luces en nuestro camino, y no cadenas en nuestras manos y pies. Nos señalan el peligro y nos advierten, luego nos señalan el triunfo y nos guían.

Por eso, antes de enfrentar los peligros que se esconden en la vida, recuerda: "La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo".

12 octubre 2011

Estad contento, por el calor y por el frio.

En pleno otoño sigue haciendo calor en Madrid, más de 30 grados, y esto me ha llevado a comentar algo que siempre solemos decir: “que ganas tengo de que venga el invierno”, pero también estoy convencido que cuando llegue el invierno echare de menos este calorcillo o dicho de otra manera cuando hace calor, queremos frío; y cuando hace frío, queremos calor.

El ser humano es así, siempre queremos lo que no tenemos. Por eso, cuando leemos en la Biblia las palabras de Pablo,… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación», nos preguntamos: ¿Será posible para nosotros sentirnos así?

Para Pablo lo era. La Biblia describe la actitud del apóstol ante la vida: «Sé lo que es vivir en la pobreza, (vivir humildemente) y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Y terminaba diciendo; "todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

La comunión de Pablo con Dios estaba por encima de lo que tuviera o de lo que le faltara. Su alegría, su gozo no dependía de las circunstancias, sino de su relación con Cristo. El apóstol nos recuerda que el contentamiento no se produce de la noche a la mañana. Es algo que se aprende. A medida que nuestra relación con Dios se desarrolla, con el tiempo y las experiencias, aprendemos a confiar más en Él y menos en nosotros. Pablo sabía que Cristo le daría fuerzas para perseverar en toda situación en que se encontrara

Cualesquiera que sean las circunstancias que enfrentes hoy, mediante la oración podrás recibir la fortaleza necesaria para estar contento en lo mucho o en lo poco.

08 octubre 2011

No hay palabra mal interpretada, sino ofensiva

El juez del Olmo, en Murcia (España), ha revocado una condena de un hombre por amenazas a su mujer. El juez del Olmo, dice que el término 'zorra' no tiene porqué utilizarse con menosprecio o insulto, sino que puede ser una mera calificación que hace referencia a su astucia.

Si damos por contado que el acusado tenía antecedentes por malos tratos y por desvelar a su hijo amenazas contra su madre, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que precisamente no estaba llamando “astuta” a su mujer. Si podía haber visto el juez que viendo los antecedentes era más fácil que este hombre estaba usando la palabra, “zorra” de forma despectiva.

Unos de los significados de la palabra zorra es arrastrada, mujer de malos pasos, ramera. Todo esto nos hace pensar que lo que quería este hombre era precisamente, maltratarla, humillarla, causándola un daño moral.

Si hay algo que me moleste en una conversación es que una de cada cinco palabras sea un taco, palabrota, o insulto… hay personas que parecen que lo necesitan para unir más de dos frases seguidas. Hoy en muestra sociedad, a pesar de que las palabrotas se consideran inadecuadas es frecuente que en ciertos contextos sean muy usadas y no sean siempre rechazadas:

“La pregunta es por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define? ¿Son malas porque les pegan a las otras palabras?, ¿son de mala calidad porque se deterioran y se dejan de usar? Tienen actitudes reñidas con la moral, obviamente. No sé quién las define como malas palabras. Tal vez al marginarlas las hemos derivado en palabras malas, ¿no es cierto?” (Roberto Fontanarrosa)

No precisamente son malas por este motivo, sino por que ofenden al ser humano, son de mala educación y es una falta de respeto, y en ningún momento está justificado el utilizar este tipo de palabras subidas de tono o groseras.

Y nosotros los cristianos ¿decimos palabrotas? Las Escrituras llaman “malas palabras” (palabrota, palabra malsonante, palabra obscena, o taco), a aquellas que se usan para ofender a otra persona. Jesús trató de frenar con sus enseñanzas y su ejemplo este tipo de palabras cuando dijo: “cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. La primera palabra, necio, significa Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber, imprudente o falto de razón, terco y es una fuerte frase despectiva; la segunda, fatuo, hace referencia también a un falto de razón o de entendimiento, lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula, al paso que expresa desprecio por la falta de inteligencia en una persona.

Es verdad que hay momentos en que las malas palabras brotan como un torrente caudaloso, especialmente en un arranque de cólera o de impotencia, pero incluso en esos momentos debemos, con la ayuda de Dios, frenar las palabras que podrían ser ofensivas para nuestro prójimo o para Dios. Nunca están disculpadas las malas palabras, ya que “cuando fabricamos excusas para justificar nuestras “malas palabras”, estamos educando el alma para el mal y, si proseguimos haciéndolo, llegará a ser un hábito en nuestra vida, entonces entramos en el terreno de Satanás, vencidos, débiles y sin valor.

¿Te cuesta hablar sin malas palabras cuando estás con tus amigos, familias, compañeros de trabajo? ¿Te contagias de un mal espíritu cuando ves un partido de fútbol o al discutir con alguien? ¿Llegan a tu mente muchas frases ofensivas cuando te golpeas el dedo con un martillo al colgar un cuadro?

No te culpes, ya que Dios no solo nos muestra el error sino que también nos comprende. Con todo cariño él desea obrar en tu carácter para darte el crecimiento espiritual que deseas, y su poder puede cambiar tu manera de hablar si se lo permites.

01 octubre 2011

No debemos confórmanos a este mundo

La Biblia nos dice que somos extranjeros y peregrinos, estamos de paso, somos extraños, no encajamos aquí, y no pertenecemos a este mundo, y sin embargo participamos en las cosas de este mundo, y el diablo está intentando abrazarnos, diciendo, "bueno, sí, es verdad... pero no pasa nada, está bien pasar una hora de tu día en facebook o Twittear, o jugando a los juegos online o viendo la televisión o haciendo cosas similares". Incluso cuando hablamos de diversión, vemos que la gente pasa horas y horas de su tiempo cada semana divirtiéndose. Yo diría que el facebook, twitter, películas y videojuegos se han convertido en el dios nuestro de cada día.

El diablo nos ha engañado de tal manera que estamos dormidos, ¿si no somos de este mundo? ¿Por qué aceptamos las cosas del mundo? Hay ciertas cosas que quiere captar nuestra atención, y nos desvían del verdadero propósito La realidad, es que este mundo se está viniendo abajo, está pereciendo, hay desanimo, desesperanza, la gente se está muriendo,... y allí estoy yo, pasando mi tiempo en el ordenador, no haciendo nada, perdiendo el tiempo, mirando paginas y mas páginas sobre cualquier cosa. Solo disponemos de un determinado tiempo libre cada día, y vamos a dar cuentas por lo que hacemos con nuestro tiempo. La cuestión es, ¿por qué vas a pasar una hora en el ordenador, jugando chateando, viendo videos, cuando podrías pasar una hora leyendo la Biblia, orando o compartiendo con alguien que no conoce a Cristo? ¡Esto es lo más importante! Crecer en el conocimiento y la gracia del Señor Jesucristo.

Dios nos ha creado para cosas mayores, no hemos sido creados para las cosas terrenales. La Biblia dice, “buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.” ¿Por qué vamos a gastar nuestro tiempo con esas cosas, teniendo un redentor tan glorioso que nos salvó? El diablo no teme a un cristianismo así, el diablo teme cuando la gente empieza a orar e invocar el nombre del Señor, cuando la gente empieza a buscar a Dios, y se encierra en su lugar secreto para encontrarse con Dios, entonces el poder de Dios entra en sus vidas y empiezan a vivir una vida cristiana. Esto hace temblar y huir al diablo.

Esta tiene que ser nuestra oración Señor, ¡ayúdanos! Sálvanos de los millones de distracciones que Satanás nos pone en el camino para distraernos e impedirnos entrar en tu presencia e impedirnos crecer en Cristo y ver más de su gloria.

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